MIS PENSAMIENTOS Y YO


Algunos minutos de la existencia son crueles
porque me fuerzan a preguntarme mil veces
si tus brazos son mas cálidos que los míos.
Y me invade el sinsabor al pensar si tu risa
es más poderosa que la mía.
Entonces la bruma que antecede al llanto
invade todo el espacio,
y me pregunto qué hice mal.
Y cuando encuentro las respuestas
me lastimo nuevamente
al saber que te di mil veces
las razones para que apagues la luz
pero no lo hiciste.
Luego, lo inevitable,
la lluvia constante
que vuelve a ahogar
las flores que una vez te regalé.
Esos claveles blancos
que tanto te gustaban
y que seguramente ahora recibís,
pero de otras manos que no son las mías.
Y compensas tanta delicadeza
con tu hermosa risa y con el mismo beso
que tantas veces te robé.
¿Qué me queda entonces?
¿Asaltar algún otro corazón distraído
con menos complicaciones
pero con más hambre que el tuyo?
Na! Eso es muy poco caballeroso, pienso.
Pero ¿de qué sirve en estos tiempos
la caballerosidad, que ni en
grandes cantidades logró conquistarte?
Bueno, al menos ya no hay más bruma,
ni llanto, ni tu sonrisa, ni tus largas pestañas
haciéndome cosquillas en el rostro,
ni brazos, ni flores.
Solo quedamos mis pensamientos y yo,

que por cierto ya me cansaron.

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